La familia en Navidad — Un Black Friday para mamá

¿Os habéis fijado que ya estamos en la última semana de noviembre? No sois los únicos: nuestra familia también. Enfrascados en los preparativos para la inminente Navidad, cada uno de sus miembros conspira contra el resto a la hora de conseguir un regalo para ellos. Aparte de organizar todas las cenas, celebraciones y demás parafernalia que llevan consigo los últimos días del año. ¿Queréis saber cómo les va a los niños en la búsqueda del regalo para su madre? Aquí los tenéis: ellos protagonizan el segundo capítulo de nuestra historia de Navidad. Y si os perdisteis el primero… Sólo tenéis que ir aquí para leerlo. ¡Esperamos que os haga pasar un buen rato!

Capítulo 2 — Un Black Friday para mamá

La familia en Navidad — Un Black Friday para mamá

Siempre solía ocurrir lo mismo: como en cualquier discusión entre hermanos, Regalina y Regalino no se ponían de acuerdo en el tema que trataban. A veces alzaban la voz como dos perros que se avisan desde lejos y otras, por contra, se limitaban a un juego de miradas tan silencioso como brutal; pero nunca faltaba el encontronazo diario cuando los dos se juntaban en el mismo espacio. Sin que las discusiones fuesen más allá, obviamente: ambos conocían sus límites y se querían tanto mutuamente que habían firmado un pacto invisible mediante el cual se respetaban por encima de todas las opiniones. Y aquélla no sería una excepción.
—¡Que sí! —Le espetó Regalina a su hermano abriendo bien los ojos y la boca mientras escenificaba con gestos su profunda disconformidad.
—¡Que no! —Replicó Regalino adoptando idéntica pose. Nadie podría negar que ambos eran hermanos.
—¡Que tenemos que comprarle a mamá ese regalo!
La Navidad tenía sus cosas buenas y sus cosas malas dentro de la familia; y los preparativos para la fecha solían encontrar un poco de cada. Hermanos, padres, abuelos… todos formaban un equipo a la hora de alcanzar la meta navideña en la mejor posición. Y como todo equipo que se precie, nunca faltaban los roces entre sus miembros.
—A ver —Regalina intervino de nuevo tratando de apaciguar los ánimos—. ¿Tú qué crees que debemos comprarle a mamá?
—No lo sé —Regalino se serenó al instante mientras encogía profundamente los hombros—. Pero yo creo que ese organizador de bolsos del que hablas no es para ella.
—¿Pero tú has visto cuántos tiene en el armario? —Regalina se trasladó mentalmente a la habitación de sus padres, abrió la puerta del armario y se estremeció ante la colección de complementos de su progenitora. Sin darse cuenta, quedó ensimismada probándoselos en pensamientos—…
—¡Eh! —El niño pellizcó suavemente a su hermana en el brazo. Bueno, no tan suavemente—. ¡Despierta! Que tenemos que decidirnos por algo. ¡El tiempo se nos echa encima!
—¡No me pellizques! —La discusión afloraba de nuevo. Regalina aspiró todo el aire que pudo, probó a mantenerlo lo máximo posible en los pulmones a pesar de la cara burlona de su hermano y espiró vaciando por completo el aliento. Después, mucho más calmada, continuó—. ¿Y tú qué propones?
—Algo del Black Friday.
La sonrisa pícara de Regalino no pilló por sorpresa a su hermana, pero sí que la dejó ligeramente descolorada. ¿En qué habría pensado concretamente? Y otra pregunta que le bailaba por la cabeza y que, por temor a que el hermano se burlara de ella, no se atrevía a preguntar: ¿qué era eso del Black Friday? A pesar de que se mantenía permanentemente conectada a internet, aquella conjunción de anglicismos no le recordaba a nada concreto.
—¿Qué es el Black Friday? —Preguntó finalmente Regalina.
—Es un acontecimiento que se da en la mayoría de tiendas de Estados Unidos para preparar las compras de Navidad —por muy raro que pareciese, el tono de Regalino no ofrecía ningún atisbo de burla. Más bien todo lo contrario—. Las tiendas hacen descuentos hasta ese viernes. Y quienes compran los aprovechan para anticiparse a los regalos de Navidad ahorrándose un dinerillo. Ahora también se hace aquí.
Ahorro y dinerillo, dos palabras mágicas que sonaron a gloria para Regalina. ¿Cómo resistirse a la argumentación de su hermano? El organizador de bolsos había dejado de tener sentido, diluyéndose en su mente como el terrón de azúcar que se desmorona en una cuchara con agua.
—¿Y qué le podemos comprar en ese Black Friday?
—Muchas cosas —Regalino alzó los brazos para enfatizar sus palabras. Después, adornando la frase con una mezcla rebosante de ironía y de humor, añadió—. También organizadores de bolsos.

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