Sí, ya empezamos a tocar la Navidad como tema directo y sin tapujos. ¿Que es demasiado pronto? Pues no os vamos a decir que no, pero también os diremos que cuanto antes os anticipéis a la locura de los últimos días de diciembre más disfrutaréis de ese mes. ¿Y sabéis cómo nos vamos a estrenar en el blog de cara a la campaña navideña? Con una serie de historias de ficción que aparecerán cada lunes protagonizadas por la familia CosasdeRegalo.com. Ya nos habéis leído hablar de ella: se encargan de dar la bienvenida a nuestra tienda y de agradeceros la confianza puesta en ella a la hora de comprar vuestros regalos. ¿Y sabéis qué? A pesar de que saben mucho de la Navidad y de todo lo que envuelve a un regalo, también ellos sufren con la vorágine de estas fechas. ¿Queréis conocer sus andanzas? No os las perdáis: estamos seguros de que os arrancarán una sonrisa cada lunes.
Capítulo 1 – Inicio de los preparativos
Era una noche como otra de tantas en la que la familia cenaba amigablemente en torno a la misma mesa mientras andaba picoteando entre diferentes temas de igual manera que picoteaban entre las distintas viandas. Haciendo un repaso rápido, encontramos al hijo Regalino inmerso en una discusión con su hermana por ver a quién le tocaba zamparse la última loncha de su queso preferido; el papá discutía con el abuelo por el tema que los mantenía siempre enzarzados: el fútbol; la abuela contemplaba distraída cómo su prole se relacionaba lejos de los tentáculos de la tele; y la madre… Bueno, la madre se encontraba inmersa en sus propios pensamientos dilucidando el momento justo en el que soltar la bomba. Y fue terminar la discusión entre hermanos, padre y suegro cuando Regalona, la mamá, se decidió a soltar la inquietud que le revoloteaba por el estómago.
—Hay que empezar con los preparativos de la Navidad.
Todos la miraron. Los niños, ya creciditos, olvidaron que les colgaba de la boca sendas mitades de queso; su marido y padre abrieron tanto los ojos que sus globos oculares parecían cuatro diminutas pelotas de fútbol a punto de ser disparadas desde el punto de penalti; y la abuela, divertida ante la situación, observaba a su hija sin disimular la sonrisa que se había asomado entre sus arrugas como el mando a distancia que aflora entre la esponjosidad de los cojines.
—Sí, ha llegado el momento de preparar la Navidad —repitió remarcando su dulce tono con claros signos de autoridad—. Estamos a poco más de un mes del día N y aún ni hemos comenzado los preparativos.
El resto de la familia, a excepción de la abuela, palideció. Y no porque le tuviesen tirria a las épocas navideñas, sino por todo el esfuerzo que ponían las matriarcas en la planificación de los entresijos de la fiesta más importante del año. ¿Ejemplificaban aquellas palabras el pistoletazo de salida? ¿Comenzaría la ópera navideña orquestada por las hábiles batutas de la mamá Regalona y la abuela Regaleta? La determinación de la madre así lo indicaba. Incluso se había puesto en pie para darle más notoriedad a su anuncio.
—¿Y por dónde…? —Titubeó el papá Regalón—. ¿Por dónde empezamos?
Regalón ya conocía la respuesta a aquella pregunta, pero tampoco se atrevía a decir mucho más.
—Empezaremos anticipando todas las compras de los regalos, por supuesto.
La sentencia ya estaba dictada: en las semanas posteriores a la fecha del inicio del plan a todos les esperaban las largas horas de búsqueda de regalos; sabiendo que mamá Regalona no se quedaría satisfecha aprobando su compra hasta que no le dieran las máximas garantías de que cada una de las propuestas era la mejor. De esa noche en adelante, llenarían decenas de libretas con direcciones, nombres de amigos y familiares, apuntarían al detalle asientos contables en los que reflejarían el presupuesto para Navidad y, sobre todo, se dejarían la piel en cada uno de los pormenores que, aun siendo mínimos, significaban añadirle una pizca de alegría a tan señalada época. Era un esfuerzo titánico al que ninguno deseaba enfrentarse, mamá y abuela incluidas. Pero, a pesar de ello, toda la familia sabía que prepararse adecuadamente para la situación les compensaba.
—¿Quién quiere encargarse de llevar el presupuesto?
Regalona lanzó la pregunta al aire, como la novia que lanza su ramo al final de la boda esperando que todos se peleen por agarrarlo. Nadie se ofreció voluntario.
Es una linda historia. Sin duda una celebración tan especial como la Navidad nos recuerda que lo más hermoso es compartir. canastas navideñas