No tenemos que deciros lo que cuesta que vengan las cosas buenas y lo rápido que se esfuman en cuantos éstas han llegado, ¿verdad? No: todo lo bueno se acaba, por lo que hay que prepararse para ello. Ay, que a las vacaciones les queda un suspiro… Pero bien que puede ser el mejor de los suspiros porque, como suele ocurrir, los colores con los que vemos el mundo cambian sólo con variar nuestro punto de vista. Y hoy nos ponemos en la piel de un escritor de libros de auto ayuda para ofreceros unos cuantos consejos con los que superar el síndrome postvacacional. Se trata de unas apreciaciones más lógicas que una ecuación matemática, pero siempre va bien tenerlas en cuenta. Además, por más que nosotros las sepamos, algo tienen los consejos extraños que consiguen calar más a fondo que ninguna de las opiniones propias. ¿Luchamos contra la melancolía de volver a la rutina?
Vayamos allá con los consejos. Son los que estamos aplicando personalmente estos días y, aunque es cierto que funcionan, la realidad es que el retorno al trabajo nos está costando lo suyo. Por eso… ¡Animemos la vuelta!
- Un poco de tristeza es lógica, así que no tratéis de borrarla al 100 %: la melancolía también es necesaria en sus dosis justas.
- Volved un poco antes de que se os acaben finalmente las vacaciones: el período de adaptación a la vida normal requiere de un par o tres de días como mínimo.
- Evitad las palabras negativas. Depresión, aburrimiento, rutina, agobio, monotonía… Todas las etapas de la vida tienen sus momentos, y los buenos recuerdos nos motivarán a continuar.
- Pensad en todo lo positivo que tiene vuestra vida habitual: como en cualquier otro aspecto, aunque lo bueno sea difícil de ver eso no significa que no esté presente.
- No viváis pensando en las próximas vacaciones: cada día tiene algo especial, incluso en aquellos de mayor trabajo.
- Compartid vuestras vivencias con los familiares, amigos, compañeros… no sólo tras los días primeros de la vuelta, sino también más adelante. Dosificar los recuerdos ayuda a mantener bien alta la motivación.
- Evitad lamentaros por los gastos que habrán acompañado a las vacaciones y plantead un plan de ahorro lógico para el resto de septiembre. Siempre sin olvidar que hay que dejar espacio para las distracciones (que acompañen al ahorro, que no por eso tienen que ser más aburridas).
- La motivación es imprescindible; y eso requiere un gran esfuerzo que sólo podréis realizar vosotros. Ver el lado bueno de las cosas es más sencillo de lo que parece.
- Ánimos, ánimos y más ánimos. Si no conseguís superar el síndrome postvacacional, hablad con alguien cercano para que os motive. Y podréis hacerlo en sentido contrario: a la vuelta hay que enfrentarse bien armado.
- Suele olvidarse muy fácilmente, por lo que conviene recordarlo: sólo tenemos una vida, por lo que no vale la pena que desperdiciéis un tiempo precioso por algo que no podéis revocar. Lo repetimos: todo tiene su lado bueno.
- Si volvéis al trabajo… Recordad la suerte que tenéis al poder dedicaros profesionalmente a algo remunerado.
- Si no lo tenéis… Hay que mantener la esperanza tan alta como la cabeza: aunque los trabajos no lluevan del cielo, presentarse a ellos decidido y con motivación abre más puertas que las cierra.
- No le deis importancia a nada que no la tenga. Y éste es nuestro último y mejor consejo: jamás hagáis una bola de nieve de algo que no es más que un grano de arena.
Éstos han sido nuestros consejos para superar el síndrome postvacacional. Aunque bien podrían ser unos consejos para enfrentarse con seguridad a todo lo que esté por venir. ¿Los seguiréis? Os garantizamos que la vuelta será mucho menos dura.