Empezaremos preparando la masa base que será la que fermente. Para ello, mezclamos la leche tibia con la levadura fresca de panadería hasta que se disuelva. Introducimos la harina en un bol junto con la leche y amasamos hasta formar una bola uniforme, tapando el bol y dejando que la masa fermente en un lugar cálido de la casa hasta que doble su volumen (1 hora más o menos).

En otro bol, juntamos la harina con los huevos, el azúcar, una pizca de sal, la mantequilla con la textura de pomada, la raspadura de limón, la 1/2 copita de anís y la especia de anís. Amasamos y pasamos a incorporar la masa anterior ya fermentada, trabajando con las manos hasta obtener una masa fina y blanda.

Preparamos una fuente de horno untándola con un poco de aceite y, humedeciéndonos las manos también con aceite, formamos pequeñas bolas de masa colocándolas sobre la fuente, manteniendo un espacio entre ellas para permitir que suban con la fermentación. Dejamos que reposen durante 1 0 2 horas hasta que doblen su volumen (un truco es introducir la fuente en el horno manteniendo una temperatura en torno a 25-30 grados, encendiendo de vez en cuando dicho horno lo justo para caldear el ambiente interior).

Calentamos aceite en una sartén y vamos friendo los Buñuelos de cuaresma tras haberles hecho un agujero en el centro con el dedo dándoles el aspecto similar a un pequeño donut. Una vez se vayan dorando, los sacamos de la sartén y, sin colocarlos en papel absorbente, los pasamos por el azúcar, ya que si no este no se impregnaría.