Está a punto de llegar una de las fechas más románticas de todo el año, cargada de controversia y de mucho sentimiento. ¿Sabéis de cuál hablamos? Evidentemente, tanto si tenéis pareja como si estáis deseando encontrar a vuestra media naranja, seguro que San Valentín se convierte en una de las fechas más odiadas y amadas del año. ¿Por qué esta extraña dualidad? Bien, es evidente que no a todos nos gusta mostrarnos románticos, por no hablar del hecho más notable para la mayoría de personas: esta es una celebración inventada sin demasiado fundamento histórico, a la que todas las personas nos sumamos simplemente por el hecho de no sentirnos excluidas. ¿Seguro? ¿Vosotros también pensáis de esta manera? Pues entonces es porque no os han hecho un buen regalo de San Valentín, con el cariño que desprenden los detalles personales entregados con todo el sentimiento de una persona. Y si os los han hecho, ¿por qué no corresponder con un detalle similar?

Regalos de San Valentín hay tantos como gustos tenga la pareja, estando estos multiplicados por dos. Desde los regalos más caros hasta los que simplemente se entregan como detalle, pudiéndose regalar las tan clásicas flores, los bombones o, algo mucho más personal, reservar una mesa en un restaurante donde al otro le entusiasme especialmente cenar. Incluso nos podemos abstener de entregar un regalo diciéndole a nuestra pareja cuánto la queremos, escribiéndole lo mucho que nos alegra la vida el tenerla cerca o detallándole uno a uno los mejores días vividos en compañía, haciendo del día de San Valentín una fecha para recordar sólo por el hecho de estar juntos en dicho recuerdo. ¿Quién dice que resulta necesario gastarse mucho dinero para hacer un regalo? Como suele ocurrir en estos casos, lo que importa es la intención, sobre todo si ponemos interés en sorprender con cada gesto. Porque el amor es esto: pasión por los pequeños detalles.

Llegados a este punto, todos estaremos de acuerdo en que los regalos de San Valentín pueden ser materiales o inmateriales, caros o baratos, sencillos o complicados. Pero siempre acompañados de una muestra sincera de todo el amor que sentimos por la persona más importante de nuestra vida. ¿Os habéis parado a pensar en las veces que no podrías haber continuado adelante sin una mano siempre tendida para todo lo que hiciera falta? El amor es desinteresado, cálido, un refugio para la adversidad, un torbellino de emociones, sentimientos que no se pueden expresar con palabras, un regalo diario contra la rutina… Y no sólo en sentido metafórico, que los regalos reales también ayudan. Al fin y al cabo, ¿por qué no nos vamos a acordar de nuestra pareja también en San Valentín? Si algo tienen las fechas señaladas es que resulta mucho más sencillo complacer a quienes más queremos, ya que las circunstancias nos facilitan las mejores elecciones. Y para circunstancias, San Valentín es un mago.

Ahora poneos en situación. El 14 de febrero transcurre tranquilamente, como cualquier otra fecha en el calendario. Sin que ninguno de los dos miembros de la pareja muestre sus cartas en lo que respecta a la sorpresa preparada para la noche, enviándose mensaje rutinarios para esconder así las verdaderas intenciones. Ambos salen del trabajo deseando terminar los preparativos, se acerca la fecha del reencuentro diario contando cada uno de los minutos que faltan, como en aquellos primeros meses de romance, suenan las llaves dentro de la cerradura y se abre la puerta, sorprendiendo por San Valentín aquel que ha llegado primero a la tranquilidad del hogar. Pero resulta que no sólo era este quien guardaba una sorpresa, porque el recién llegado, que justamente vuelve más tarde por preocuparse de tener a punto su regalo, hace entrega del detalle con una sonrisa, formalizándose el intercambio de presentes, besos, cariño y, sobre todo, de la alegría de vivir en pareja. ¿Acaso esta pequeña historia no merece un día especialmente formalizado para ella? Y no sólo por San Valentín, por supuesto, pero tampoco sin él.

Historias de San Valentín hay tantas como parejas, cada una tiene una forma de celebrarlo. Y tanto si vosotros sois de los que preparan con antelación esta fecha como de los que intentan pasar de puntillas por ella, pensad en la ilusión de demostrarle a vuestra pareja todo lo que despierta en vosotros. Si os es imposible aguantar una sonrisa cómplice, es que se merece todo lo mejor. Y sí: los regalos de San Valentín están incluidos…